viernes, 26 de julio de 2013

Summer days

Es que la vida es perfecta… 

¿Cómo es que se puede estar con las personas perfectas, en el lugar perfecto, durante el instante perfecto?
¿Cómo es que dos o más seres se encuentran en este mundo sobre poblado y establecen vínculos que perduran sin condiciones de tiempo o espacio a pesar de las miles de personas que pasan por la vida?
¿Cuál es la probabilidad de que un ser, existiendo tantos seres, logre tener una conexión inexplicable, cuasi metafísica con otro en particular?
¿Cómo es que pasa eso en el momento histórico en el que la gente ya no se ama y ha dejado de creer?

Y bueno, si el creer es tan efímero como los castillos de arena junto al mar… ¿Acaso esa sensación de construir fortalezas, torres y puentes (que aunque de antemano se sabe que no será eterna, pues tarde o temprano las olas se llevarán la arena) no es de las más plenas, intensas e irreales de la vida?

¿Por qué no intentar vivir a pesar de saber que en poco tiempo seremos cuerpos inertes? ¿Por qué delimitar el amor y negarse a hacerlo aunque se sepa que la naturaleza misma nos lo quitará?


Y comprendí por qué me gusta escribir. Los seres, los instantes, los sentimientos y sensaciones cambiarán todo el tiempo, fluirán y se renovarán constantemente apareciendo siempre en un nuevo estado tan puro como el anterior. Las palabras en cambio, aunque se re-significan o re-interpretan suelen quedarse con uno, suelen estar ahí, siempre, cada que uno las necesita; como para recordar lo que una vez se sintió y remitirle al instante preciso, como para trascender a pesar de que el momento, o las personas, o el sentimiento ya hayan desaparecido. 





*Desde el centro del mundo. Montañita, Ecuador. 2013